En nuestro país estamos en año electoral. Estamos por elegir un nuevo presidente. Todos hablan de cosas diferentes que de pronto al final son lo mismo: todos prometen, todos finalmente están vendiendo su imagen, su programa y sus ganas de ser presidentes. Por otro lado, todos juzgan desde su perspectiva y sus propias expectativas.
Todo este movimiento me pone a pensar en el cambio, pues la gran mayoría quiere un cambio y de eso se habla en cada escenario. Sin embargo, ¿que es el cambio? Es la decisión de hacer diferente lo que se venía haciendo de una manera específica. Queremos cambios, eso lo oigo casi a diario; ahora, ¿que tan dispuestos estamos cada uno de nosotros a hacer cambios? Pues los cambios, sin lugar a duda, no vendrán de los políticos, ni de las religiones, ni mucho menos de los gobiernos.
Los gobiernos pueden dictar leyes que ayuden en la interacción de la sociedad, pero una sociedad se compone de individuos, y cada individuo tiene su propia manera de comportarse. Y lo único que se necesita para cambiar una sociedad es que cada individuo tome la decisión consciente de cambiar.
Todos queremos cambios, ¿pero estamos dispuestos a pagar el precio por ese cambio? O esperamos que otros hagan, actúen, y nosotros nos sentamos a esperar que todo cambie sin la intención consciente y real de cambiar nosotros. Siempre será más fácil responsabilizar a otros por la desgracia propia. Eso no requiere ningún trabajo. Eso solo es tener miedo profundo de responsabilizarnos de nuestra propia miseria, de nuestra propia realidad de vida.
Cambiar requiere decisión, requiere fuerza interior, requiere amarse a uno mismo con toda la fuerza del corazón, requiere asumirse, requiere apropiarse de su realidad más cruda. Pero solo así, habrá cambio.
LOS CAMBIOS SE DARÁN PORQUE CADA SER HUMANO DECIDA EN SU INTERIOR CONSCIENTEMENTE ASUMIR LA RESPONSABILIDAD DE SUS PROPIOS ACTOS Y TOME CONSCIENCIA DEL EFECTO QUE TIENE EN SU ENTORNO SU PROPIO COMPORTAMIENTO.
