In ACEPTAR AQUI Y AHORA CONFIAR soltar SUELTA TUERCA VIVIR

LA TUERCA


Hoy quiero compartirles algo que me pasó y que me dió la oportunidad de abrir mi mente en un instante de reflexión.

El domingo veníamos mi esposo y yo de viaje desde México. Las cosas un tanto revueltas por el “Corona”. Mis tres hijos y mis nietos están en ciudades diferentes, dos de ellos están fuera del país y los dos en países de alto riesgo y contagio.  El primero está en España. Antes de que todo cerrara hablamos con él y le pedimos que se regresara pues ya los iban a enviar a trabajar en casa, así que lo podía hacer perfectamente desde Colombia; sin embargo cuando estábamos hablando con él, mientras yo estaba buscando tiquete para traerlo al día siguiente, para nuestra sorpresa y admiración, la respuesta de él fue que le parecía más prudente con el resto de personas en Colombia, quedarse recluido en su casa para no traer contagio, pues no sabe si tiene el virus o no.  Al otro en Estados Unidos, bastante más joven, le cerraron la Universidad y pues también nuestra intención era traerlo y estar juntos en Colombia; sin embargo, también decidió a último minuto que era mejor quedarse porque tampoco sabía si tenía el virus o no y definitivamente no quería traérnoslo.  La hija que vive en Cartagena y maneja mi empresa, me llamó el domingo a decirme que iba a mandar toda la gente para sus casas de manera que se pudieran cuidar y así ayudábamos a no propagar el virus. Somos una empresa de ventas, así que el parón es fuerte, aunque entiendo que necesario. Toda mi admiración para mis hijos quienes, a pesar de su juventud, pensaron en un bien común más que en el particular.

Así que, volviendo al cuento de lo que me pasó, el domingo cuando estábamos abordando nuestro vuelo en Ciudad de México, el hijo menor nos dijo que estaba pensando seriamente no regresarse, por las razones que les comenté anteriormente. Le dijimos que la única persona que podía decidir que hacer ante tanta incertidumbre y cambios repentinos en el mundo entero era él; que lo pensara y que cuando nosotros llegáramos a Bogotá, lo llamábamos para que nos dijera que había pensado.  Apenas aterrizamos, hablamos con él y nos contó que no venía; que ya había llamado a las aerolíneas y cancelado el viaje. Con respeto, pero con algo de dolor (no lo puedo negar), respetamos su decisión y después de hacer las recomendaciones de cuidado respectivas y de darle la bendición virtual, colgamos.  
Una vez en la sala de espera de Avianca, me llamó la hija a decirme que era mejor dejar la gente en la casa, aunque eso nos parara las ventas. Les envié un audio a mi gente de la empresa pidiéndoles que se cuidaran y que cuidaran sus familias; que en este momento era lo más importante. Al final mi voz estaba un poco quebrantada.

No puedo negar lo que sentí en ese momento: los tres hijos por fuera, todos en riesgo y la empresa más o menos paralizada.  Me dio un sentimiento de impotencia, un golpe en el corazón y las lágrimas se me salieron.  Me fui al baño, me senté en el inodoro y de pronto sonó como que algo metálico se cayó. Yo miré a ver que había sido y para mi gran sorpresa era una gran tuerca.  En mi manera de ver la vida, creo que ésta nos da señales todo el tiempo y nos habla, a veces más claramente que otras. 
Pues ésta era clarísima para mí: una tuerca grande que se cayó de un lado del sanitario. Increíble, pensé. ¿Que hace una tuerca? Amarra. ¿Y que pasa cuando se cae? ¡Se suelta!
Pues mi mente y mi corazón hicieron un click inmediato.  SUELTA, SUÉLTATE, SUELTA LO QUE NO PUEDES MANEJAR.

Hoy estamos en una incertidumbre como nunca me había tocado. Mi hija me decía muy preocupada: “mami, esto no me había tocado nunca, ¿que vamos a hacer?” y yo simplemente respondí: “Amor, a mi tampoco me había tocado nunca y vamos a aprender a vivir el día a día”.

SOLTAR es uno de mis aprendizajes grandes del alma. Hoy estamos viviendo algo que no podemos manejar, eso implica que tengamos que soltar.  Soltar a los hijos para que vivan sus propias vidas con lo que eso implique. Bueno o malo. Alegre o triste. Soltar la manera como hemos estado enseñados a vivir, a controlar.  Ahora en cuarentena autoimpuesta, cada uno de nosotros en nuestra familia está aprendiendo a vivir el momento, el instante, a valorar lo que se tiene en el momento.  

¿Que pasará mañana? ni lo planeamos, no lo sabemos. Siempre hemos oído y en muchas ocasiones lo hemos dicho “vivir el aquí y el ahora”. Sin embargo, eso de dientes para afuera es muy fácil decirlo. Ahora es el tiempo de vivirlo, cada día, cada instante.  Eso es lo que hay: el ahora, el aquí.  Un hermoso aprendizaje para todos en el planeta, acompañado adicionalmente de lo que cada uno tenga que aprender según su momento de vida.

Hoy solo quiero dejarte la reflexión que hice con “la tuerca”.  Soltar el momento que estamos viviendo. No estamos solos. No está pasando esto por castigo o por de malas. Todo tiene una razón mayor, un propósito mayor. Y es en este propósito en el que hoy debemos confiar.  Hace mucho tiempo en un trabajo personal que hice con un psico-mago, a quien quiero mucho y llevo profundo en el corazón, llegué a la conclusión de que mis palabras más claras para trabajar eran ACEPTAR – SOLTAR – CONFIAR.  En ese orden.  Este psico-mago me puso en ese entonces una tarea la cual consistía en escribir esas tres palabras con lentejas; y yo muy juiciosa me puse a hacerlas, pero cuando las estaba haciendo nació el complemento perfecto para mí de esas palabras:  

Todo parte de la divinidad, de Dios, del Padre-Madre y es él quien da la fuerza para vivir; es él quien da el aliento de vida que nos permite ACEPTAR la vida misma.

Para SOLTAR se necesita fuerza en la mente, en el cuerpo y en el corazón.  Solo es de valientes soltar lo que no podemos manejar, lo que no depende de nosotros. Lo anterior incluye lo que otros deciden con sus vidas, aunque no sea lo que nosotros teníamos planeado.

El amor, contrario al miedo que paraliza, nos permite saber la certeza de lo que se espera sin verlo y eso se llama CONFIAR.

Así que les comparto la foto del cartel que hice en ese momento y que aún conservo, porque es parte de mi trabajo interior diario.

DIOS
DAME LA FUERZA PARA ACEPTAR, 
LA VALENTÍA PARA SOLTAR 
Y EL AMOR PARA CONFIAR.



Read More

Share Tweet Pin It +1

2 Comments