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COMPASION

 

Es una palabra para la cual me dio mucho trabajo encontrar un significado que resonara con mi alma y que, al resonar, me permitiera entenderla para cada día incorporarla más a mi vida cotidiana.

 

Busqué la definición de la compasión y esto fue lo que encontré: es un sentimiento humano que se manifiesta desde el contacto y la comprensión del sufrimiento de otro ser (Hasta ahí iba bien con la definición, mi problema es con lo que sigue). Más intensa que la empatía, la compasión es la percepción y la compenetración en el sufrimiento del otro, y el deseo y la acción de aliviar, reducir o eliminar por completo tal situación dolorosa.

 

 Esta definición en mi percepción de la vida sería ir asumiendo y sintiendo las tristezas y dolores de cada ser. Asumir el dolor del otro y tratar de eliminar por completo su situación dolorosa sería creer que ese ser es menos que nosotros; sería creer que él no tiene la posibilidad de salir airoso de la situación; que él no tiene la capacidad de ver esa situación como una experiencia de vida; que a pesar de lo difícil que sea, ésta tendrá grandes enseñanzas en su propia vida y despertar espiritual.

Todos hemos venido a este plano a vivir una experiencia acorde a la necesidad de crecimiento espiritual de nuestra alma. Algo que se oye ahora muchas veces, a adueñarnos de nuestra propia vida y de aquello que evadimos por miedos.  También estoy segura por mi experiencia de vida, que la conciencia y la energía crean la naturaleza de la realidad, es decir, que somos co-creadores de nuestra propia vida y lo hacemos de manera consciente o inconsciente. Y a medida que vayamos realizando aprendizajes internos, basados en las vivencias del día a día, nuestras co-creaciones serán cada vez mas conscientes y acordes con la dicha interna de seguir creciendo en el amor. Aprendizajes internos implica ver cada cosa que vivimos como un “para que”, no como un “por que”.  Esto marca la diferencia en la percepción de la vida.  Todo tiene una razón de ser, una motivación del espíritu, algo que vinimos a resolver y a menos que lo asumamos, seguiremos dando vueltas en esta espiral de reencarnaciones dolorosas y repetitivas.

 

Basada en esta manera de ver la vida y de irla experimentando, yo me preguntaba acerca de la compasión como me la habían presentado en mi colegio y familia religiosos, pues siempre fue difícil encajar la palabra en mi vida.  ¿Pues que derecho tengo yo, o quien me estaría creyendo yo para quitarle a alguien la posibilidad de crecer en su interior?  Si a mí llegan experiencias dolorosas para que mi alma tenga un aprendizaje, ¿que derecho tiene otro de venir a solucionar mi vida, de venir a resolverla? Esto me quitaría la posibilidad del aprendizaje por mi mismo. Esto me dejaría sin la oportunidad de resolver mi propia debilidad, mi propio dolor, mi propia vida y finalmente, a eso vine a este plano.

Puedo, sí, acompañar con mucho amor y respeto el proceso de dolor del otro, sin interferencias, sin quitarle su propia valentía, fuerza interior y coraje para resolver su propia vida.  A nadie le llegan eventos o circunstancias que no pueda resolver por si mismo. Así que, ¿como negarle o quitarle en nombre de la compasión la dicha de verse creciendo con las circunstancias que llegan a su vida?

 

En estos días leyendo, me encontré una definición de compasión que realmente me encantó y hoy quiero compartirla con ustedes:

 

COMPASIÓN ES RECONOCER EL PODER DEL ALMA DE OTRO SER PARA CO-CREAR SU PROPIA EXPERIENCIA DE VIDA.

 

Que hermoso que fuésemos capaces de poder reconocer en otro ser ese mismo potencial que reconocemos en nosotros mismos, cuando nos creemos con la capacidad de resolverle los problemas a otros. 

Creo que eso es realmente una definición de respeto basada en el amor.

 

Ahora bien, vamos a mirar la compasión con nosotros mismos, pues la mayoría de las veces la miramos hacia otros. Mirarnos a nosotros mismos es una tarea de valientes, siempre será más fácil pasar la vida sin ver nuestros propios dolores y vacíos, sin embargo habremos perdido la oportunidad de encontrarnos, amarnos y poder así entregar amor de verdad a otros.

 

Bajo esta premisa de que nuestra alma vino a resolver el misterio del amor, de la unidad, del respeto, de la compasión, nuestra primera mirada compasiva debería ser hacia nosotros mismos.  Si hiciéramos esto permanentemente, entonces podríamos ser capaces de reconocer en nosotros ese poder interior para poder asumir con amor y respeto cada experiencia vivida y por vivir.  Podríamos entonces mirar la vida como la mayor capacidad de co-creación de Dios. Podríamos vernos como la mayor creación. Podríamos mirar nuestro poder interior. Podríamos respetarnos, inclusive, con todo lo que hayamos vivido, hecho o dejado de hacer.  Eso sería ser compasivos con nosotros mismos.

Eliminar el juicio para poder vivir en el amor, desde el amor, para el amor y por el amor es la maestría del ser. Pero esta tarea solo es posible si la comenzamos por nosotros mismos. Es el único camino. 

La consciencia comienza con uno mismo. La compasión comienza con uno mismo. Y el amor comienza con uno mismo.  Amar sin amarse es amar con apegos; es amar con control, con miedo, con ansiedad.  

¿Trabajo fácil? Por supuesto que no, pero trabajo hermoso cuando se van despejando los caminos, como si se le fuera quitando el velo al cristal. Y cada vez que quitamos, identificamos o hacemos consciencia de ello, el velo se va destapando; despejando así la luminosidad de lo más cristalino en nosotros: nuestra esencia, lo cual finalmente no es otra cosa que EL AMOR.

 

COMPASIÓN:

RECONOCER EL PODER DEL ALMA DE OTRO SER PARA CO-CREAR SU PROPIA EXPERIENCIA DE VIDA Y PERMITIRLE SU PROCESO A SU PROPIO RITMO.

 


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